La columna de hoy de Rolando Hanglin en la nación no decepciona: es tan mediocre como siempre. Veo que sus notas cargan con el subtítulo «Pensamientos incorrectos» y cuando dejo de reír (es todo tan bizarro que no deja de tener su componente surrealista) no puedo evitar sentir un poquitín de vergüenza ajena ante tan pretenciosa sentencia.