Glóbulos blancos, música onírica

Una obra póstuma

Con el último disco de e.s.t., Leucocyte, los escandinavos lograron muchas cosas. En primer lugar, tristemente y sin buscarlo, para la fecha de su publicación ésta ya era su obra póstuma, ya que Esbjörn Svensson (quién le había dado el nombre a la formación) había fallecido en un accidente de buceo algunos meses antes. Pero sobre todo, lograron moverse musicalmente a un lugar todavía sin nombre, en donde se conjugan el Jazz, la musica ambiental, el rock, la experimentación emocional y el armado intelectual de una obra altamente conceptual. Por momentos, cuesta creer que haya sido enteramente producto de la improvisación, ya que puede desglosarse en tres partes claramente definidas, casi literarias: una introducción («Decade», «Premonition (Earth, Contorted)») un nudo («Jazz», «Stil», «Ajar») y un desenlace («Leucocyte (Ab initio, Ad interim, Ad mortem, Ad infinitum)»).

Un Concepto

El plano literario se evidencia también en el contenido emocional del disco; una obra conceptual no sería tal si no narrara una historia. Leucocyte narra una historia vital: de la mano de un ente combativo («leucocito«), acompañamos a los procesos de nacimiento, crecimiento y muerte en un viaje cargado de emociones hacia un plano final, diferente, metafísico. Sin palabras, en medio de un huracán de sensaciones, de lucha, de dolor, de reconciliación. Ingresar a este disco es ingresar en un espacio distorsionado, por momentos agobiante y por momentos lúdico, pero sobre todo, es ingresar en un espacio onírico del que nadie podrá salir ileso. Durante los 68:16 minutos que dura el viaje me angustié y sentí miedo; pero desperté feliz: había firmado la paz con la vida y con la muerte que acababa de ocurrir ante mis oídos. Por supuesto, hay que querer entrar en ese juego.

Una advertencia

Nunca hubo un disco menos indicado para escuchar «de fondo» que Leucocyte. Créanme: lo he sufrido en carne propia, y no por haber elegido a drede tamaño experimento. Fue más bien un accidente: estaba yo lo más tranquilo escuchándolo (la muletilla anterior no es del todo exacta aquí: Leucocyte desorienta, atemoriza, intranquiliza) y repentinamente apareció gente, y en el transcurso de algunos segundos el universo creado con tanto esmero por e.s.t. (en cuyas profundidades me encontraba yo imnerso) se vio reducido a las cenizas de la indiferencia, aunque siguió sonando. (Esa fue mi imprudencia mayor, no haber terminado con la reproducción de inmediato). Al no dedicarle el cien por ciento de mi atención, las partes fortes comenzaron a tornarse insoportables, los pianos imperceptibles, y la compleja maquinaria de sonidos, cuidadosamente armada, comenzó a derrumbarse estrepitosa y desordenadamente sobre mis oídos y los de mis invitados, que no entendían porqué escuchaba yo esa música rara y ruidosa, inaudita e inaudible.

Sin dualidades

Un disco que no dejará a nadie indiferente. Dependiendo del oyente, será una obra maestra del arte contemporáneo o una bazofia posmodera: esto es amor u odio. Aunque por lo general sostenga que ámbas cosas son manifestaciones diferentes de lo mismo, no puedo dejar de reconocer que en este caso no hay cabida simultánea para los extremos de esa escala. Lo vas a amar. O lo vas a odiar. Animate!


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