Los santos son instrumentos de la manifestación divina (o sea: rating)

„El proceso de beatificación en el Vaticano es largo y meticuloso y toma décadas en ser completado.“

Fragmento de „Hells Angel“, docuemtal sobre la MTdC con C.Hitchens

Ahora que, nuevamente, la (¿inminente?) santificación de Agnes Bojaxhiu (Alias „Madre Teresa de Calcuta“) es noticia, parece conveniente recordar algunos hechos en torno a la construcción mediática, religiosa y cultural de este singular personaje.

Es probable que la canonización (seguramente sea esa la palabra que estaba buscando el redactor de la nota de la BBC en Español, cuya cita figura en la apertura de este texto) sea un proceso „largo y meticuloso“, pero ello no implica que sea menos irracional y menos arbitrario de lo que es, producto de un desequilibrio colectivo devenido en institución, en territorio y en política y que ha esta altura de la historia debería colmarnos de vergüenza a todos. (y contrariamente a lo que insinúa ese artículo catolífilo, deficiente, sesgado e indigno de no digamos ya un periodista, sino de cualquier persona que haya terminado la escuela primaria)

Para hablar de Agnes Bojaxhiu, nadie mejor capacitado que el fallecido Christopher Hitchens, que en su libro „The missionary position“ (1995), ya hace veinte años desmenuzaba las intenciones, las acciones y la recepción mediática de la religiosa albana. El siguiente texto pertenece al libro „Dios no es bueno“, del mencionado Hitchens, y explica de forma rápida cómo ese proceso „largo y meticuloso“ comenzó cuando un camarógrafo confundió las propiedades químicas de una película de Kodak con una intervención directa de Dios (y cómo esa confusión se tornó sistemática en la recepción mediática de la monja):

„Según parece, soy una de las poquísimas personas que ha participado alguna vez en el examen de una «causa» de santidad, como las llama la Iglesia católica. En junio de 2001 el Vaticano me invitó a testificar en una audiencia sobre la beatificación de Agnes Bojaxhiu, una ambiciosa monja albanesa que se había hecho famosa bajo el nombre de guerra de «madre Teresa». Aunque el Papa de entonces había abolido el famoso oficio de «abogado del diablo», el requisito para confirmar y canonizar a gran número de «santos» nuevos, la Iglesia todavía estaba obligada a recabar testimonios de personas críticas, y así me encontré yo representando al diablo, por así decirlo, pro bono.

„Yo ya había contribuido a desenmascarar uno de los «milagros» relacionados con el trabajo de esta mujer. El hombre que la hizo famosa en un principio era un evangelista británico (posteriormente católico), distinguido aunque bastante idiota, llamado Malcolm Muggeridge. Fue su documental para la BBC Something Beautiful for God el que en 1969 lanzó al mundo la marca «madre Teresa». El director de fotografía de aquella película era un hombre llamado Ken MacMillan, que había recibido elogios por su labor en la magnífica serie de historia del arte de lord Clark Civilisation. Sus conocimientos sobre el color y la iluminación eran de orden superior. He aquí la historia tal como Muggeridge la relató en el libro que acompañaba a la película:

„La Casa de los Moribundos [de la madre Teresa] está tenuemente iluminada por unas pequeñas ventanas en lo alto de las paredes, y Ken [Macmillan] afirmaba categóricamente que allí era imposible grabar. Solo disponíamos de un pequeño foco y era prácticamente imposible conseguir que iluminaran adecuadamente aquel lugar para nosotros. Se decidió que, no obstante, Ken debería probar, pero para asegurarse realizó también algunas tomas en un patio exterior en el que estaban sentados al sol algunos de los internos. En la película procesada, la parte rodada en el interior estaba bañada en una suave luz particularmente hermosa, mientras que la parte rodada en el exterior estaba bastante oscura y desenfocada. […] Estoy absolutamente convencido de que aquella luz técnicamente inexplicable es, en realidad, la Luz de Bondad a la que el cardenal Newman se refiere en su famoso y bellísimo salmo. El concluía que para eso es precisamente para lo que sirven los milagros: para dar a conocer la realidad interior de la creación exterior de Dios. Estoy personalmente convencido de que Ken grabó el primer auténtico milagro fotográfico. […] Temo haber hablado y escrito sobre ello hasta llegar a aburrir.

„En esta última frase sin duda acertaba: cuando hubo terminado, había convertido a la madre Teresa en una figura de fama mundial. Mi aportación consistió en verificar y recoger el testimonio oral directo de Ken Macmillan, el propio director de fotografía. Aquí está:

„Durante el rodaje de Something Beautiful for God hubo un momento en que fuimos conducidos hasta un edificio al que la madre Teresa llamaba Casa de los Moribundos. Peter Chafer, el director, dijo: «Ah, bueno, esto está muy oscuro. ¿Crees que podemos sacar algo?» —Y en la BBC acabábamos de recibir algunos rollos de una película nueva fabricada por Kodak que no habíamos tenido tiempo de probar antes de salir, de modo que le dije a Peter: «Bueno, podemos hacer una prueba». así que grabamos. Y cuando varias semanas después, uno o dos meses, volvimos, nos sentamos en la sala de copiones de los estudios Ealing y aparecen finalmente las tomas de la Casa de los Moribundos. Fue sorprendente. Se veían todos los detalles. Y yo dije: «Es asombroso. Es extraordinario». Y, ya sabe, yo iba a empezar a gritar eso de «tres hurras por Kodak». No obstante, no tuve oportunidad de decirlo porque Malcolm, sentado en la primera fila, se dio media vuelta y dijo: «¡Es la luz divina! Es la madre Teresa. Descubrirás que es la luz divina, chico». Y tres o cuatro días después descubrí que los periodistas de la prensa londinense me llamaban por teléfono diciendo cosas como «Tenemos entendido que acaba de volver de la India con Malcolm Muggeridge y que han sido testigos de un milagro».

„Así que… había nacido una estrella. Por esta y mis demás críticas fui invitado por el Vaticano a participar en una reunión a puerta cerrada en una sala que contenía una Biblia, una grabadora, un monseñor, un diácono y un sacerdote, y me preguntaron si podía arrojar alguna luz sobre el asunto de «la sierva de Dios madre Teresa». Pero, aunque parecía que me lo estaban preguntando honestamente, sus colegas de la otra parte del mundo estaban acreditando el necesario «milagro» que permitiría seguir adelante con la beatificación (el preludio de la canonización plena). La madre Teresa murió en 1997. En el primer aniversario de su muerte, dos monjas de la aldea bengalí de Raigunj afirmaron haber colocado una medalla de aluminio de la fallecida (medalla que supuestamente había estado en contacto con su cuerpo muerto) en el abdomen de una mujer llamada Monica Besra. Esta mujer, de la que se decía que estaba aquejada de un tumor uterino de gran tamaño, quedó a continuación bastante restablecida. Se podrá apreciar que Monica es un nombre de mujer católico no muy habitual en Bengala, y por tanto es probable que la paciente y, sin duda, las monjas, fueran ya admiradoras de la madre Teresa. Esta calificación no incluía al doctor Manju Murshed, el director del hospital local, ni al doctor T. K. Biswas y su colega ginecólogo el doctor Tanjan Mustafi. Los tres comparecieron para decir que la señora Besra había sufrido una tuberculosis y un quiste ovárico, y que había sido tratada con éxito de ambas afecciones. El doctor Murshed estaba particularmente enfadado por las numerosas llamadas que había recibido de la orden de la madre Teresa, las «Misioneras de la Caridad», presionándole para que dijera que la curación había sido un milagro. La propia paciente no era un sujeto muy receptivo para una entrevista ya que hablaba muy deprisa porque, según decía ella, «de lo contrario podría olvidársele algo», y rogaba que no le formularan preguntas porque podría tener que «recordar». Su marido, un hombre llamado Selku Murmu, rompió su silencio al cabo de un rato para decir que su mujer se había curado con el tratamiento médico ordinario y periódico.

„Cualquier supervisor de cualquier hospital de cualquier país podrá decirnos que los pacientes son objeto en ocasiones de asombrosos procesos de recuperación (del mismo modo que, según parece, las personas sanas pueden caer inexplicable y gravemente enfermas). Tal vez quienes deseen acreditar un milagro puedan decir que este tipo de procesos de recuperación no tiene ninguna explicación «natural». Pero ello no significa en absoluto que, por consiguiente, tenga una explicación «sobrenatural». En este caso, sin embargo, no había nada siquiera remotamente sorprendente en el restablecimiento de la señora Besra. Algunos trastornos habituales habían sido tratados con métodos bien conocidos. Se estaban realizando afirmaciones extraordinarias sin aportar siquiera pruebas ordinarias. Pero pronto llegará el día en que en una inmensa y solemne ceremonia se proclame al mundo entero en Roma la santidad de la madre Teresa, alguien cuya intercesión puede superar a la de la medicina. Esto no solo es un escándalo en sí mismo, sino que también pospondrá más el día en que los aldeanos indios dejen de confiar en los curanderos y los faquires. Dicho de otro modo: mucha gente morirá sin necesidad como consecuencia de este falso y despreciable «milagro». Si esto es lo mejor que puede hacer la Iglesia en una época en que los médicos y los periodistas pueden verificar sus afirmaciones, no resulta difícil imaginar qué se amañó en épocas pasadas de ignorancia y temor, cuando los sacerdotes debían hacer frente a menos dudas u oposición.

„Una vez más, la navaja de Ockham es pulcra y definitiva. Cuando se nos ofrecen dos explicaciones, debemos descartar la que explica menos cosas, o no explica nada, o plantea más preguntas de las que responde.“


Hitchens, Christoph. „Dios no es bueno“, Barcelona, 2008.


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