iDeology

El problema con las ideologías es uno por partida doble: por un lado, la estructura de las ideologías no permite ver sus falencias; es decir, existe un «punto ciego» que el idealista es incapaz de percibir; y por el otro, la estructura del pensamiento humano tiende a la cristalización de ideologías a medida que un sistema determinado de pensamiento se va consolidando en cada uno de nosotros. Por eso debemos ser sumamente cautelosos a la hora de afirmar cualquier cosa y siempre debemos autocuestionar nuestras propias convicciones bajo la siguiente consigna fundamental: ¿cuánto de lo afirmado es parte de una realidad observada, y cuanto es una construcción que reafirma la propia cosmovisión? Si la balanza se inclina más hacia el segundo punto, más vale siempre la duda a la afirmación taxativa.

Bajo una mirada crítica, nada de lo hecho por Apple fué realmente inovador, por lo menos nada de lo que hizo en los últimos treinta años 1. El éxito descomunal de Apple y su línea de objetos-hardware (el iPod, el iPhone y ahora el iPad) no fueron el reflejo de inovación tecnológica sino más bien el de la alimentación de una ideología. Con esto no quiero decir que sean productos malos, pero analizados fríamente, los productos de Apple son «Re-empaquetados Restrictivos«. Re-empaquetados, porque persiguen un concepto estético del objeto por el objeto en sí, algo absolútamente inusual en el mundo del hardware, en donde las cosas tienen que ser más funcionales que visuales 2, pero no pasa así con el hardware de Apple, cuyos productos siempre fueron objetos-hardware. Además, ninguno de ellos representó una verdadera inovación: cualdo salió el iPod ya existían reproductores de mp3 más potentes, cuando salió el iPhone ya existían celulares multifunción más potentes, y hoy ya existen Tablett-PCs más potentes y de menor costo que los futuros iPads. Son también restrictivos, porque en pos de una supuesta «seguridad», están cerrados al mundo exterior: solo aquellos programas aceptados por Apple pueden ser ejecutados en este tipo de plataformas.

El último éxito de Apple todavía no salió a la venta, pero ya esta agotado: el iPad, promocionado como la primera «Tablett-PC«, que viene a reemplazar el clásico Notebook y que es tan facil de usar que será la computadora «para los abuelos«: pura pantalla táctil enmarcada en aluminio de nimias dimensiones, que sigue el concepto con el que la compañía de Steve Jobs ha tenido un enmorme e indiscutido éxito: tanto el iPod, el iPhone y ahora el iPad son aparatos «fáciles de usar» 3, con cajas de aluminio cepillado, cantos redondeados, acrilico gris antracita espejado, pantallas brillantes, espesor milimétrico y un logo en forma de manzanita a medio comer que, pese a estar en el primerísimo plano del objeto-hardware, al mismo tiempo da la impresión de estar escondido, o mejor aún: de no existir.

La marca es lo más importante pero a la vez lo último que el consumidor de objetos-hardware esgrime como argumento a la hora de explicar y explicarse su forma de consumir, en una especie de hipocresía circular dogmática: es bueno porque es apple porque es bueno, y así ad infinitum. Los aparatos de Apple son objetos de culto, dignos de Patrick Bateman y de personas que compran aplicaciones cuya única función es el precio que pagaron por ellas 4, y hacen una figura impecable sobre el escritorio de cualquiera; pero de ningún modo son heramientas de trabajo.

Bajo el tambaleante argumento de la seguridad, Apple no se ha cansado de pretender explicar por qué su línea de objetos-hardware estuvieron siempre cerrados al mundo exterior. Desde el iPod con su cuestionado DRM 5 y la obligatoriedad compulsiva del uso del iTunes para la sincronización de los archivos, hasta el todavía no disponible iPad y su falta de cualquier tipo de puerto (usb, ssd, firewire o el que sea), la única forma de intercambiar información de estos objetos-hardware es por medio del modernisimo sitio de culto AppStore. La paranoia y el afán de control son tales, que el iPad no podrá reproducir archivos Flash, únicamente para que no pueda ejecutarse por ese medio ningún tipo de Script.

Así las cosas, el iPad no es una computdora es el sentido clásico del término, un «aparato programable»; el iPad es, como dijo Jörg Kantel en un artículo recientemente publicado en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, un «Control Remoto», porque solo permitirá la reproducción de los contenidos que la empresa Apple quiera alojar en su AppStore (y que yo esté dispuesto a pagar, claro está).

En principio esto podría tenernos muy sin cuidado, a no ser porque atenta gravemente contra el principio de autoregulación y autoreproducción imperante en internet, que fué y es el motor de toda inovación tecnológica de los últimos veite años. Es impensable el desarrollo que hubiera sufrido la Red si en los ’90 ya hubiera existido algo como el App-Store: Para poner solo un ejemplo, el problema que hoy tienen los grandes imperios mediáticos no existiría 6, pero su problema es una bendición para todos los demás. Si en 1995 hubiera existido el AppStore, la morfología del internet sería hoy muy diferente. No existirían ni Google, ni YouTube, ni Facebook, ni Twitter, ni las noticias gratis de todo el mundo, ni los inumerables Blogs de gente apasionada, estúpida, inteligente, aburrida, desconsolada, divertida, feliz, desesperada y una interminable lista de etcéteras que hacen de la red lo que hoy es: un lugar de intercambio, aprendizaje, pérdida de tiempo, esparcimiento y comunicación global.

Por mi parte, estoy muy conforme de que sea así, y espero de todo corazón que el iPad sea un éxito, pues entonces dentro de un año, más o menos, tendremos la versión de Google de la Tablet-PC, cuyo sistema operativo (en desarrollo por google desde hace varios años y que ya funciona en netbooks, notebooks y celulares: «Android»), si permitirá su deconstrucción y mejora por parte de la comunidad, ese grupo de gente insana, que invierte tiempo, esfuerzo y dinero en el desarrollo de un software que nunca será vendido y que tiene la espartana apariencia de una hoja en blanco.

Algo que Patrick Bateman no hubiera usado nunca.

  1. Cuando Apple todavía era un elemento inovador, hizo dos aportes importantes al desarrollo de la informática: 1. la creación de un sistema operativio cuayas aplicaciones se ejecutan en un sistema de «ventanas» que más tarde dió lugar y nombre al «Windows» y 2. la implementación del «Mouse» como lo conocemos hoy. Pero eso pasó hace mucho tiempo[]
  2. los argumentos clásicos de venta de Hardware son funcionales por naturaleza: frecuencias, temperaturas, benchmarks, y una larga serie de datos que nos proporcionan una idea sobre la potencia de un aparato, siendo normalmente irrelevante su color o forma[]
  3. El argumento de la «sencillez de uso» (en desmedro de la «complejidad») en sistemas informáticos puede traducirse en términos de «Rigidez/Flexibilidad» y es bastante similar a la dicotomía política de «Seguridad vs. Libertad»; y así analizados, todos estos pares conceptuales pueden ordenarse ideológicamente en una escala que va del fascismo al liberalismo[]
  4. ¿o que otra cosa es una aplicación llamada «I am rich», consistente en la foto de un rubí, que al ser cliqueado se convierte en un aforismo de póster y que cuesta mil dolares? Ver Fuente[]
  5. «Digital Rights Management»[]
  6. a quienes les resulta de facto imposible cobrar por los contenidos que suben a internet pero que tampoco pueden darse el lujo de quedarse afuera de la red; y quienes ensayan una y otra vez fórmulas para cobrar por sus contenidos con menor o nulo éxito[]

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