Reglas básicas de comportamiento y curiosidades de un lugar detestable

Hace poco tuve que hacer un viaje por el interior de la argentina en omnibus, y me encontré con una inscripción que al principio me causó mucha gracia, que devino rápidamente en una mezcla de desesperación, decepción y depresión y la certeza cada vez más terminal de que muchos de nosotros no estamos hechos para este mundo detestable y mezquino. Me puse a escribir curiosidades y reglas básicas de comportamiento, esas que aceptamos todos, y antes de llegar a la docena, el asco fué tan profundo que tuve que dejarlo ahí.

Quizás en otro momento siga con la lista, como una especie de tortura intelectual (y emocional), no sé; acaso en algún momento la dicha me atropelle abruptamente y tenga un repentino shok de felicidad: creo que para esas ocasiones no hay nada mejor que pensar en cosas como las siguientes:

  1. En las ventanillas de los colectivos de larga distancia de argentina hay una pegatina cuya leyenda reza así:
    «Sr. Pasajero: evite lesiones por PIEDRAS arrojadas a las ventanillas de la unidad. Por su seguridad, cierre las cortinas internas al ingreso y egreso de zonas pobladas.»
  2. En algunos baños públicos, existe un mecanismo automático que desagota el tanque del inodoro y lo limpia luego de que el usuario se haya retirado del recinto. (En los que carecen de ese mecanismo, por lo general, los desechos fecales y el nauseabúndo olor hacen imposible su utilización) 1.
  3. Si estás en un parque o en la playa jugando con tu hijo o con tu perro y al irte olvidás algún objeto de valor sobre el pasto o la arena (tu billetera o tu cámara de fotos, por ejemplo), y al reparar en tu olvido vuelves apresuradamente al lugar en donde lo dejaste, diez o quince segundos antes, y ya no está: el imbécil eres tu, por no haber prestado la debida atención.
  4. Si estás en un parque o en la playa jugando con tu hijo o con tu perro y notas que tu vecino, al irse, olvida algún objeto de valor sobre el pasto o la arena (su billetera o su cámara de fotos, por ejemplo), tienes la obligación moral de tomarlo para tí antes de que éste repare en su olvido y vuelva a buscar sus pertenencias. El imbécil es él, por no haber prestado la debida atención (lo que acabas de hacer no es robar. Si en algún momento te invande la duda, solo tienes que contar la historia de como encontraste una billetera (o lo que sea) en el piso, abandonada, sin propietario a la vista y en medio de un evidente golpe de suerte. Contar dos veces esa mentira, en voz alta, la transformará en verdad, hasta para tí mismo. Luego, nunca mentiste).
  5. Si un hombre tiene un comportamiento sexual promiscuo, es un modelo a seguir (o por lo menos, actúa según su naturaleza). Si una mujer tiene un comportamiento sexual promiscuo, es una maldita zorra (o por lo menos, es poco confiable).
  6. En las canchas de fútbol, existe un alambrado perimetral de tres o cuatro metros de altura rodeando la cancha y separándola de las tribunas, para evitar que algún espectador molesto con algún jugador utilice botellas, piedras o trozos de banco como proyectiles letales contra los jugadores, periodistas, árbitros y demás personal ubicado abajo, en el césped.
  7. Si en un comercio cualquiera, al comprar cualquier cosa, el vendedor se equivoca y te da más dinero de vuelto que el que corresponde, no le digas nada. Quédate con ese dinero y disfrútalo: los ladrones son ellos. (Eso que acabas de hacer no es robar).
  8. Si estás enfadado/a con tu pareja por algo que hizo o dijo y que no te gustó, nunca se lo digas directamente. Adopta la peor de las caras, resopla y suspira fuertemente varias veces por minuto, haz que tu malhumor sea evidente. Cuando te pregunte «¿Qué te pasa?» responde con desgano: «Nada, estoy cansado/a«. (Acabas de crear la situación perfecta para iniciar una fuerte discusión con gritos, empujones, golpes de puerta y de puño y, al final, la culpa siempre será de él/ella.)
  9. Al oír una historia cualquiera, la primera cuestión que uno debe hacerse es la siguiente: «¿Quién me cuenta esto?» y la segunda: «¿De qué lado está?» Si la persona en cuestión es miembro de tu grupo de pertenencia, la historia se divide en «nosotros» y «ellos»: a partir de ahí es muy fácil elaborar un código moral para juzgar los hechos (es decir: lo que hicimos nosotros está siempre bien, lo que hicieron ellos está siempre mal). Esto no es subjetividad, esto se llama «lealtad«.
  10. En algunos países, si un hombre discute a los gritos con cualquiera, amenazandolo con «romper todo«, está dando una muestra de carácter. Ese tipo de actitudes provocan respeto; luego, quienes así se comportan son Hombres Respetados y Respetables.
  11. Los domingos, las iglesias se llenan de personas, muchas de las cuales realmente creen que cuando rezan, hay un dios que los está escuchando.
  1. Esta curiosidad, debo mencionarlo, la saqué de la excelente película de Woody Allen: «Whatever Works» En un momento el protagonista, un genio misántropo, sostiene un diálogo con otro personaje que va más o menos así:

    «- Debes tener una visión muy débil de la raza humana.
    – Oh, la raza humana. Tienen que instalar inodoros automáticos en los baños públicos, porque no se puede confiar en que la gente apriete el botón. Vamos… ¡Es solo apretar la descarga! ¡No se puede confiar en que los seres humanos ni siquiera vayan a accionar la descarga!»
    []


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