Tengo tanto que callarte

Highslide JS Hace más de una década que conozco al programa CoolEdit. Dije conozco y no uso porque no puedo afirmar que lo haya utilizado demasiado, aunque siempre me atrajo la versatilidad de este tipo de programas de edición de sonido y la ilusión que genera creer, aunque sea por un instante, que cualquier idiota (bueno, por hoy entre los que me incluyo) puede hacer música, muñido simplemente de un par de loops y ahorrándose el haber tenido que soportar tediosos de años de estudio y de monótona y aburridísima repetición de escalas, arpegios y Études (si hubiesemos optado por la escuela tradicional) o, aunque sea, haber pasado años dedicados al oscuro placer de la depresión, el alcohol, las drogas, el sexo, la locura y los golpes de puño del vecino, incapaz de comprender que para alguien con los horarios cambiados y una alta y permanente concentración de clorhidrato de cocaína en la sangre, las tres de la madrugada es el horario ideal para ensayar (si hubiesemos optado por la escuela menos tradicional). Pero después de treinta años de haber mirado el techo, uno no puede levantarse a la mañana y grabar un disco en la misma computadora que usa tu hijo para jugar al Warcraft.

(Que haya muchos que, luego de décadas de haber mirado el techo, se llenen los bolsillos de pesadas monedas gracias a la industria de la música es algo que sabemos todos, desde mucho antes de American Idol, pero no viene al caso: lo que cuesta esfuerzo es la adquisición de conocimiento, no la de dinero.)


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Volviendo al tema: Ya se que el «CoolEdit 2000» no es de lo más nuevo que hay. Pero sigue cumpliendo su función, sobre todo como complemento de sampleadores más potentes como el «ACID Pro»: con este programa y una pequeña biblioteca de loops se pueden hacer experimentos muy interesantes; el programa resecuencia los loops al compás del loop maestro (el primero que abrimos), asi que lo único que hay que hacer es poner cualquier ritmo y buscar melodías no demasiado disonantes entre si y listo – como por arte de magia salen cosas… mediocres, pero siempre «escuchables» (Mejor dicho: los usuarios mediocres producen cosas mediocres; los geniales las producirán geniales.) Así salió Tengo tanto que callarte 1: elejí la guitarra y percusión bases, puse el play con repeat y empecé a buscar en mi biblioteca de loops hasta encontrar aquellos fragmentos que coincidían más o menos con lo que estaba buscando. El ACID-Pro permite de esta forma una especie de «Browsing auditivo» muy interesante. En el transcurso de este proceso se me ocurrió la melodía principal, para la que escribí lo primero que se me pasó por la cabeza (un estribillo, dos estrofas y una rima bastante mala), la que grabé y limpié, dupliqué y filtré con el Cooledit. También con el Cooledit mezclé las voces y la melodía, ajusté los volúmenes y bajé todo a mp3.

Ahora bien, para este experimento tardé, digamos, tres a cuatro horas. Yo, que (ya lo dije más arriba), soy alguien que no sufrió la odisea de la adquisición de conocimiento. Un idiota cualquiera con una computadora y unos loops bajados de culaquier lugar. Un músico más o menos respetable hace algo cien veces mejor en diez veces menos tiempo. Imagino las posibilidades de producción que existen combinando este sistema de edición con uno de composición profesional como el Finale y me da vértigo. Y me pregunto: ¿Cómo es que la Red no explota de la cantidad de músicos que publiquen por exclusivamente por internet y les hagan el tan esperado «Pito Catalán» a todas las discográficas juntas? ¿Dónde está la inconmensurable cantidad de músicos de garage, eternos ensayistas de las tres de la mañana, que viven quejándose de Cantando por un sueño y de la enorme injusticia que representa que Arjona haya vuelto a llenar River? ¿Realmente es que todos tienen miedo de que si cuelgan su música en internet va a venir un productor malo y se las va a robar? ¡Manga de megalómanos inútlies! ¡Sean sus propios productores! ¡Sean sus propios distribuidores! ¡Las pesadas cadenas de la dependencia ya no existen!

Tenemos la suerte de vivir en el año 2007 y no hace veinte, cuando había que alquilar estudios de grabación por hora y todo eso para grabar un demo, ¿se acuerdan? Y ni hablar de que tu tape lo escuchen más que un par de amigos…

Hoy todo es diferente. El arte se puede producir y distribuír sin depender de nadie. Y sin costo. ¿No era eso lo que estábamos exigiendo todos? La literatura, el cine y la música, los tres pilares del arte moderno, pueden ser producidos, distribuídos y hasta vendidos exitosa y exclusivamente por internet, quizás más exitosamente que fuera de él. Las grandes discográficas, las grandes editoriales y las grandes distribuidoras de cine existen solo por una cuestión de inercia. Pero si el artista sigue dejando en manos de terceros la venta y distribuición del producto de su trabajo, no va a pasar mucho tiempo y las grandes discográficas, las grandes editoriales y las grandes distribuidoras de cine se van a haber reposicionado dentro de la red y va a ser demasiado tarde para reaccionar.

¡No perdamos esta oportunidad única! ¡Cuelguen sus cosas en internet! ¡Vendan o regalen su arte, pero háganlo online, de manera independiente e inmediata!

¿A qué esperan?

  1. Para quienes quieran escucharlo, aquí lo dejo, bitteschön: simplemente hagan click en «play» y listo.[]

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